Johann Sebastian Bach
Su mandato, alabar a su mentor en cuerpo, mente y espíritu. Santificar la razón de su existencia. Por tanto, divulgar con su poesía sacra y secular, el acompañamiento musical más popular en la cultura occidental para los rituales cristianos de nacimiento, matrimonio y muerte, que únicamente entregándose al amor por Jesucristo y al arrepentimiento, se hallaría la fuente de la vida, los pecados estarían justificados, y un lugar en su reino asegurado.
De una magnificente, sagrada y sin parangón profundidad compositiva, ilustrativa y sensitiva, como así del recurso narrativo e improvisatorio del contrapunto, dicho arte constituiría la síntesis de estilos anteriores con los de su época, en cuyo caso a su vez integraría las armonías más disonantes en un fondo de consonancias. Además de desmenuzar y explotar como nadie técnicas como la fuga y el canon, de genéticas contrapuntísticas, se internalizaría en las dos corrientes foráneas dominantes de sus días: la italiana y la francesa. De allí que amoldara su música a las oberturas francesas y a las danzas principalmente al estilo francés e italiano, y al concierto italiano y sus aperturas dramáticas y figura instrumental del concerto grosso...
Versado en la ciencia del órgano, el clavecín, el clavicordio, el violín o el violonchelo, entre otros varios instrumentos, sus fecundas obras se ocultan aún hoy en lo más alto de la música barroca y clásica.
Iluminaría a grandes colegas del futuro: Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Robert Schumann, Frédéric Chopin, Felix Mendelssohn... Su consagrada pasión por Jesucristo lo haría intelectualizarse en el teólogo y fraile protestante Martín Lutero, también músico, del que asociaría himnos corales en algunos de sus encargos y resaltaría pasajes en los márgenes de su propia Biblia luterana. Acerca de su inclinación divina, aseveraría: "El propósito y razón de toda la música no es más que glorificar a Dios y refrescar el alma". En el mismo derrotero caerían presos vecinos de su era: "Bach, el músico que efectivamente vivió con la Biblia". Para el director orquestal Gustav Mahler: "En Bach, todas las células esenciales se encuentran unidas como el mundo lo está a Dios. Nunca ha habido una polifonía más grande que esta". Para el ateo Friedrich Nietzsche: "Uno que ha olvidado el cristianismo, en Bach lo escucha como Evangelio". Para el músico Richard Wagner: "Bach, el milagro más estupendo en toda la música...".
Afrenta no acusar a quien con su literatura mesiánica le tendería al hombre puentes de unión, absolución y paz, del mejor hijo de Cristo, de todo un apéndice de Dios reivindicador de su naturaleza. Los Santos cuatro Evangelios le ofrecerían a la humanidad esos testimonios con los que abrazar la salvación y la vida más allá de la propia vida. Johann Sebastian Bach, en esa línea y con su omnipotente música, el sacramento de la adopción y la admisión cristiana, el incentivo de la penitencia, y la perpetua armonía con Dios honrando a la par el dogma central de la Santísima Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo, (Jesús) y Dios Espíritu Santo. Su biografía inicia de esta manera...
A los 14 años, por su delicada voz se lo premiaría junto a un amigo del colegio con una matrícula para realizar estudios corales en la prestigiosa Escuela de San Miguel de Lüneburgo. Aparte de cantar en el coro a capella, tocaría el órgano con tres teclados y el clavecín.
En Lüneburgo se conectaría con sus organistas más calificados, Georg Böhm por caso, como así de la cercana Hamburgo (Johann Adam Reincken, otro ejemplo). Gracias a su nexo con estos músicos, entre otros, Bach podría haber tenido acceso por primera vez a instrumentos de más porte y claridad. En este lapso también se familiarizaría con la música orquestal francesa y con las obras de los académicos del norte de Alemania, especialmente con las de Dietrich Buxtehude, organista en la iglesia de Santa María de Lübeck.
Weimar
En enero de 1703, asumiría como músico de la corte en la capilla del duque Juan Ernesto III de Weimar. En un lapso de siete meses, los que permanecería allí, su notoriedad como teclista se proliferaría tanto que se lo invitaría a inspeccionar el reciente y buen órgano de la iglesia de San Bonifacio de la ciudad de Arnstadt (a unos 40 kilómetros de Weimar), y a dar el concierto inaugural en él. En agosto, se le ofrecería el puesto de organista en dicha iglesia, cosa que aceptaría, con un salario relativamente benigno. Respaldado sobre todo por la música que venía inhalando del norte de Alemania, Bach abordaría la composición de preludios improvisatorios para órgano con un aplicado control de los motivos musicales. Todavía no desplegaba en plenitud la técnica del contrapunto.
En verde motivos musicales
Mühlhausen
En 1706, a Bach le arrimarían una posición mejor paga como organista de la iglesia de San Blas, localidad de Mühlhausen. En 1707 tomaría dicho puesto, en el que además se beneficiaría de un buen coro, entre otras óptimas condiciones. Por ejemplo, le exigiría al ayuntamiento de la ciudad la renovación del órgano de la iglesia, lo cual finalmente se haría efectivo mediante una gran inversión. En Mühlhausen Bach redactaría sus primeras cantatas. La carencia de música sacra en los domingos, las asperezas laborales con el pastor -le agradaba la música simple y sin adornos-, y un ambiente político enmarañado, alentarían al músico a rumbear prematuramente para otros mares.
Bach haría cantatas sacras (sagradas), profanas, tanto públicas como privadas (para miembros de la familia real sajona-polaca, para entretenimiento entre la nobleza y la sociedad, para aniversarios, para la propia Universidad de Leipzig), y asimismo otras que destinaría a ciertos servicios religiosos adicionales tales como bodas y funerales. Se estima que sobreviven casi 200 cantatas del músico.
Weimar II
Luego de abandonar Mühlhausen, en 1708 Bach retornaría a Weimar como organista y músico de cámara en la orquesta de la corte ducal de Guillermo Ernesto, duque de facto en Sajonia-Weimar tras la muerte de su hermano Juan Ernesto III. Allí Bach trabajaría con un contingente bien remunerado de músicos profesionales. Uno de ellos seria el hijo del duque Juan Ernesto III, también llamado Juan Ernesto, simpatizante de la música italiana, y por quien Bach conocería ciertos conciertos de Antonio Vivaldi, así como los de otros compositores: Arcangelo Corelli, Giuseppe Torelli, Tomaso Albinoni, o Benedetto Marcello. El alemán absorbería de sus ensayos la lógica de las aperturas emotivas y ritmos animados, melódicos y enérgicos encontrados en los tres (o más) movimientos: rápido-lento-rápido, con un claro contraste de tempo entre los extremos y el movimiento medio.
En la primavera de 1714, se lo ascendería a Konzertmeister (maestro de concierto), y se le confiaría la organización de una cantata mensual en la iglesia del castillo.
Para el Domingo de Ramos (1714).
Para el domingo de júbilo (1714).
Para el domingo de Pentecostés (1714).
Köthen
En 1717, el duque Ernesto Augusto I, sobrino de Guillermo Ernesto y cogobernante con este del ducado Sajonia-Weimar, en respuesta a su enemistad con su tío intercedería ante el príncipe Leopoldo de Anhalt-Köthen para que contratara a Johann Sebastian como maestro de capilla; puesto vacante por fallecimiento. La leyenda se adentraría donde según él transitaría los años más felices de su vida, pero no sin pagar su precio: el otro duque de Weimar, el autócrata Guillermo Ernesto, turbado con la renuncia del luterano, mandaría arrestarlo por casi un mes hasta ser finalmente liberado y despedido.
El príncipe Leopoldo, que solía blindarse con buenos músicos, se complacería con el talento de Bach, lo que provocaría que este descubriera otros ámbitos musicales. Sin embargo, Leopoldo era calvinista y no acostumbraba a demandar música elaborada en sus oficios religiosos. Por esta razón, la música de iglesia se limitaba a repetir los cánticos tradicionales. En efecto, la mayoría de las obras que Bach compondría en Köthen serían profanas. Los géneros en los que se embarcaría: música de cámara, aquella ejecutada sin director y para un reducido número de instrumentos (en contraposición con la música de orquesta y para instrumentos solos), música vocal (cantatas profanas) y música orquestal e instrumental.
Leopoldo, además de reparar en su talento, lo remuneraría generosamente y le concedería su espacio para crear esa música mayormente profana: música de cámara, es decir aquella tocada por un grupo reducido de instrumentos, cantatas (profanas), y música instrumental y orquestal. Sin embargo, a partir de 1721 el gusto por el artista viraría cruelmente: a su reciente esposa no le gustaba la música y estaba celosa del tiempo que su marido, el príncipe Leopoldo, le dedicaba a Bach. Para complacerla, se iría simplemente desinteresando...
Obras que sobresaldrían en su paso por Köthen: las seis Suites para violonchelo solo, BWV 1007-1012; las Sonatas y partitas para violín solo, BWV 1001-1006; los seis Conciertos de Brandeburgo, BWV 1046-1051; la cantata profana Tiempo que hace el día y el año BWV 134a. Una de sus más ingentes creaciones y de carácter educativa a la vez: El clave bien temperado, BWV 846-869 (volumen I). En la portada de esta obra rezaría: "Para el aprovechamiento de la juventud musical deseosa de aprendizaje".
Aclaración: existen muchas opiniones respecto a los instrumentos con o para los que serían compuestas estas piezas. A pesar de que muchos de los preludios y fugas se creerían pensando en un clavicordio, un clavecín, o en ambos, no hay evidencias para desestimar de su ejecución al órgano o el pianoforte.
Bach haría preludios variados. Algunos para las danzas barrocas: las Suites inglesas, uno para las Partitas para teclado (pieza número 1), otro para las Sonatas y partitas para violín solo (pieza número 3). Otros preludios serían directamente los Corales Schübler, o la combinación de preludios y fugas de El clave bien temperado, entre otros. Aquí justamente un preludio de su segundo volumen de El clave bien temperado, BWV 870-893.
Leipzig
Para 1723, después de que el compositor Georg Philipp Telemann declinara mudarse a Leipzig para timonear el cargo desértico por Johann Kuhnau, muerto en 1722, se designaría a Bach cantor y director musical de la Escuela de Santo Tomás y su iglesia afiliada, la iglesia de Santo Tomás. Como tal, debería entrenar y preparar al coro para el servicio dominical de las cuatro Iglesias luteranas de la ciudad: Santo Tomás, San Nicolás, San Mateo y San Pedro. Además, y no menos importante, enseñar música, componer una cantata para el servicio de cada domingo y días festivos durante el año litúrgico, encargarse de los ensayos y las representaciones, participar en la admisión de nuevos estudiantes a la escuela, educar a los jóvenes en el Catecismo Menor de Lutero, y organizar la música para ocasiones especiales como las elecciones del consejo municipal y ciertos tipos de homenajes.
El coro se dividiría en dos grupos: los cantores más avanzados interpretarían una cantata todos los domingos en las iglesias de Santo Tomás y San Nicolás. Un segundo grupo, en San Mateo y San Pedro.
En 1723 el germánico también asumiría como director musical de los servicios festivos de la Paulinerkirche (iglesia de San Pablo), la cual serviría como la Universidad de Leipzig. Todos estos puestos harían de Bach el amo musical de la ciudad entera.
En la iglesia de Santo Tomás, Bach se sentaría en su clavecín de cara al coro y de espaldas a la congregación para representar música sacra tanto sea para la misa de los domingos como para otras conmemoraciones cristianas: cantatas, el Magnificat -cántico bíblico similar a la cantata e interpretado en las vísperas de Navidad de 1723-, pasiones, oratorios, y preludios corales genuinamente inspirados por las Santas Escrituras...
Hay a la fecha 52 cantatas corales (de iglesia) de Johann Sebastian Bach. Alrededor de 40 las compondría durante su segundo año como cantor y director musical (Thomaskantor) de Leipzig, que comenzaría en junio de 1724 tras el domingo de Trinidad. La cantata más antigua conocida de Bach, BWV 4, presumiblemente escrita en 1707, sería una cantata coral. En los diez años posteriores (1725/1735), prepararía al menos una docena más de cantatas corales...
Aclaración 1: una cantata coral es una cantata de iglesia basada en un solo himno, tanto por su texto como por su melodía.
Aclaración 2: el término coral se empezaría a utilizar en el siglo XV para referirse al himno eclesiástico de la Iglesia luterana. Ya en el siglo XVIII, se llamaría corales a los cantos de la Iglesia protestante en general.
En otro orden, la falta de pagos extras y la prestación de un raquítica cantidad de instrumentistas para sus actuaciones en la iglesia de Santo Tomás, lo que obligaría a Bach a reclutar a una veintena de músicos tanto para las partituras medianas como las grandes de por doquier, promoverían en este una fricción casi ininterrumpida con las distintas autoridades de Leipzig.
La exhibición en bodas y funerales de motetes con coro y doble coro y bajo continuo, sería un manera de generar una entrada extra tanto para Bach como para los coristas -un invierno el alemán maldeciría la escasez de muertos-. Como parte de su trabajo regular en la iglesia, también dirigiría motetes a menudo provenidos de la escuela veneciana y de alemanes como el compañero Heinrich Schütz, los cuales servirían de arquetipos para trazar los suyos...
Estos niveles de desavenencias y altercados desembocarían en que un día Bach llevara tozudamente sus apelaciones ante el máximo escalafón, a raíz de un pago insatisfactorio por un trabajo de parte de las autoridades de la universidad. Augusto III, rey de Polonia y elector de Sajonia en el Sacro Imperio Romano Germánico, fallaría a su favor. La corporación de Leipzig, escandalizada al estimar al asunto como algo interno, tildaría su actitud propia de alguien con delirios de grandeza. La alianza de Bach con sus patronos se deterioraría raudamente.
1. Bach recurriría a la palabra Ricercare (del italiano) para referirse a la fuga.
3. Bach escribiría en la partitura la siguiente frase: "El tema proporcionado por el rey, con adiciones, resuelto en estilo canónico".
Parámetro musical
Lamentablemente, tras la muerte de Bach un lote de sus obras, su legado, naufragaría -o por caso se reciclaría para carnicerías-. La familia lo mal administraría. Wilhelm Friedemann, por su parte, extraviaría o vendería varias páginas de su progenitor con el ánimo de saldar deudas. Carl Phillip Emanuel, en cambio, conservaría una apetecible cantidad de ellas. Por otro lado, la insuficiencia de materias primas para la impresión conspiraría para una mayor difusión de sus obras. Muchas de estas se diagramarían para eventos puntuales; las tocaría solo una o dos veces. Intuyendo que a nadie le atraería reescucharlas, desistiría de su publicación. Bach diferenciaría tenuemente en estilo y texto sus obras religiosas de las profanas.
Contaría con más de ochenta alumnos adjuntando a su prole. Un grueso de sus obras para teclado serían didácticas y para uno de ellos, Wilhelm Friedemann. Cabe enmarcar: las seis Suites inglesas, BWV 806-811; las seis Suites francesas BWV 812-817; la antología incompleta Pequeño libro para órgano, BWV 599-644: 45 preludios corales escritos, (menos tres que los haría en Leipzig), entre 1708 y 1717 cuando Bach ejercía de organista en la corte ducal de Weimar... Su genio como profesor, sin dudas, se patentaría con El clave bien temperado, BWV 846-869 y BWV 870-893. El yerno y discípulo, Johann Christoph Altnickol, se convertiría en su amanuense para el ocaso de su vida.
El primero tendría que ver con su inserción académica tras esos pasos inaugurales dados con la familia. Este plazo iría de 1700 a 1713, períodos de Weimar y Mühlhausen. Allí Bach entablaría las líneas de su propio estilo, el cual incorporaría y mezclaría al acervo musical del siglo XVI y XVII asociado a la polifonía renacentista y los primeros compositores del Barroco, con el que reinaba a través de los coetáneos tales como Louis Marchand, Marin Marais, François Couperin, Dietrich Buxtehude, Johann Pachelbel, Giovanni Battista Pergolesi, Giuseppe Torelli, Arcangelo Corelli, Antonio Vivaldi, etc. De este veneciano transcribiría de 1713 a 1717 y para instrumento de órgano (dos teclados manuales y pedal) en un caso, y clavecín solista, es decir, sin acompañamiento en el otro, la mayoría de los conciertos BWV 592-596 y BWV 972-987. Este otro concierto (BWV 1065) sería para cuatro clavecines y orquesta de cuerdas, arreglado posiblemente en 1730.
3. Allegro
Estos retornos guardaban semejanzas con un estribillo, aunque en este caso no eran exactos. El veneciano sería uno de los mas grandes exponentes.
En un concerto grosso podían convivir en diferentes instancias un concertino y un ripieno.
Esta modalidad instrumental contrapuntística y vertida mayormente sobre obras de tres movimientos, nacería en Italia a finales del 1600.
Principales indicadores de tempo para sus tres movimientos:
1°. Allegro: rápido y animado.
Quinto Concierto de Brandeburgo: cadenza con el solo de clavecín en el final de este primer movimiento.
El segundo movimiento del tercer Concierto de Brandeburgo, otro ejemplo.
La cadenza nacería con la ópera italiana.
Ópera Armida de Jean-Baptiste Lully, abierta con una obertura de tres secciones (lento-rápido-lento). El francés crearía estas oberturas.
Obertura en estilo francés, BWV 831, con una obertura de tres movimientos (lento-rápido-lento). Con el segundo movimiento (2', 48"), el solista se permitiría exhibir su talento. El tercero sería una reafirmación del primero.
El alemán copiaría al menos dos de las suites que haría el francés.
Las danzas eran bailadas por la élite social de la época, ya sea de manera cómica-satírica (burlas o parodias a enemigos foráneos o a la vida popular) o épica-trágica (éxtasis por algún acontecimiento emblemático para el país). El carácter de dichas danzas discrepaba considerablemente entre unas y otras.
- La bourrée. Danza animada y fluida.
- La gavota. Danza de tempo moderado.
- El minué. Solía tener carácter humorístico y como otras danzas, también formaba parte de sonatas y sinfonías. Al principio, el minué era una danza bastante rápida. Durante el transcurso del siglo XVII iría moderándose...
Bach adoptaría principios sobre todo de las dos escuelas de danzas (francesa e italiana).
Intervalos en la consonancia y la disonancia
Muy utilizada en la música coral a cuatro voces de Bach.
La fuga comienza con una de las veces presentando al sujeto, el nombre dado al tema principal en que se basa una fuga; de él deriva todo. Una segunda voz sigue con la respuesta: el sujeto (el tema principal) transportado a una tonalidad de quinta ascendente o cuarta descendente. Las demás voces continúan presentando de manera alterada sujetos y respuestas. La exposición concluye una vez que todas las voces hayan presentado al sujeto y la respuesta.
Aclaración 1: en la fuga el sujeto se repite por cada una de las voces, aunque este esquema no es de aplicación fija.
Diferencias entre textura musical homofónica y textura musical polifónica:
En Köthen pero sobre todo en Leipzig, Bach potenciaría su genialidad técnica al componer tocatas y/o preludios, fugas e himnos corales para órgano bien alemanes; oberturas y suites para clavecín de tipo francesas; y conciertos, sinfonías y sonatas para violín al estilo italiano, entre varias otras expresiones musicales. En Köthen y Leipzig, por ejemplo, escribiría las Invenciones y sinfonías a dos y tres voces, BWV 772-801.
Entre 1726 y 1730, se publicaría el primero de un cuarteto de tomos musicales para clavecín con el título de Clavier-Übung I. Este albergaría las más exigentes de sus tres series de seis suites para clavecín: Partitas para teclado, BWV 825-830 (las otras dos series, aunque no parte del volumen Clavier-Übung I, serían las seis Suites inglesas, BWV 806-811, y las seis Suites francesas, BWV 812-817).
Preliminarmente Bach expondría una versión en do menor de esta suite, catalogada como BWV 831a.
El tercero de estos cuerpos musicales dataría del año 1739 y finalizaría con su muerte. En estos once años, armaría preludios corales, cantatas, fugas, y variaciones para órgano y clavecín...
Una de sus obras para órgano más relevante, larga y técnicamente más exigente y complicada de tocar, sería la Misa alemana para órgano, BWV 669-689, del tomo Clavier-Übung III. Este tomo incluiría al Preludio y fuga en mi bemol mayor, BWV 552, y los Cuatro duetos, BWV 802-805.
Un compendio de música para órgano en todos los estilos y lenguajes posibles, tanto antiguos como modernos...
Un ejemplo de todas las formas posibles de composición contrapuntística.
Una traducción práctica de la doctrina luterana a términos musicales para su uso devocional en la iglesia.
Con los preludios y las fugas, la Ofrenda musical y El arte de la fuga, Bach explotaría la fuga en todas sus facetas.
Aclaración: stretto es el procedimiento imitativo en el que la línea de una voz se interrumpe y se reanuda por otra voz. Por un lapso, las veces se traslapan y empiezan y terminan en distintos puntos. El stretto se empleaba al final de una fuga para incrementar la intensidad y la emoción de todas las voces, o bien para mostrar destreza contrapuntística.
Una vez más, NO ERAN LAS MANOS DE UN MÚSICO. ERAN LAS DEL APÉNDICE DE DIOS.
Pese a su genio musical...
En la recta final de su vida se lo imputaría de reflejar un criterio monótono, denso y atestado de adornos. Las interpretaciones tanto propias como ajenas se volverían más contrapuntísticas y apenas las condimentaría con cosas de la música galante naciente en esos días, caracterizada por su carácter melodioso, las frases cortas, los ritmos constantes, el rechazo a la rigurosidad de la música sacra...
De 1740 a 1748, con un enfoque polifónico más anticuado, copiaría o agrandaría obras de estos músicos, entre otros: Giovanni Pierluigi da Palestrina, Johann Kaspar Kerll (BWV 241), Giovanni Battista Bassani (BWV 1081), Francesco Gasparini (Misa canonica), Antonio Caldara (BWV 1082)...
En la última década, la música de Bach mostraría un mayor apego por las estructuras polifónicas, es decir contrapuntísticas, de índole más antiguas...
El uso en una sola pieza de acordes sorprendentemente disonantes, buscando con ello la conjugación con todo un extenso abanico de posibilidades armónicas, explicaría al menos una parte de dicha superioridad...
Durante el período Barroco, la calidad de los instrumentos limitarían enormemente las posibilidades de modulación o cambio de tonalidad en el transcurso de una obra. Bach superaría tal estrechez al crear tonos atípicos...En los instrumentos para teclado, por ejemplo, Bach lograría explorar con El clave bien temperado todas las tonalidades disponibles (12 mayores y 12 menores).
En sus días, el bajo continuo solía estar compuesto por instrumentos como el órgano, la viola da gamba o el cavecín. Estos instrumentos de acompañamiento proporcionarían la base armónica y rítmica de sus piezas. Desde finales de 1720, Bach haría que el órgano se luciera como un concertino, es decir, como un instrumento solista.
Un gran número de las piezas que Bach compondría para teclado las pensaría con un clavicordio; un instrumento de cuerda percutida que tenía en alta estima porque le permitía acentuar y realzar libremente las voces desde distintos planos.
Muchas de las obras que Bach transcribiría de los colegas, lo haría sin apelar a sus instrumentos originales. De esta manera, adaptaría y explotaría su capacidad y la de los instrumentos manteniendo a su vez la esencia y el sentido de dichas obras.
Concierto de Brandeburgo, BWV 1050. En esta obra de 1719 y 23 minutos de duración, el clavecín formaría parte tanto del ripieno como del concertino de tres instrumentos (violín, flauta travesera y clavecín). En los pasajes del concertino su rol sería obbligato.
Bach se erigiría como el primer compositor en escribir un concierto adaptado en buena parte para clavecín; algo que más o menos repetiría en otros conciertos para la década de 1730 y en sus sonatas para viola da gamba y clavecín.
La excepción de géneros abordados, la ópera -aunque este lenguaje conviviría implícitamente en todo el campo vocal de Bach-. Cantata del café, BWV 211, de 1735 y para la Cafetería Zimmermann, constituiría lo más parecido a una ópera (sin representación escénica y con esquirlas humorísticas). Sus pasiones oratóricas más ambiciosos, venerados y con ondas operísticas: la Pasión según San Juan, BWV 245, interpretada en 1724 en la iglesia de San Nicolás: este oratorio se inspiraría en capítulos del Evangelio de Juan, y las arias, los recitativos y los corales de diferentes fuentes, entre otras de la Pasión según San Mateo y la traducción de la Biblia por Lutero. La Pasión según San Mateo, BWV 244: cumbre de la música sacra, este otro oratorio se ejecutaría en 1727 en la iglesia de Santo Tomás, en Leipzig. Su libreto se basaría en la traducción de Lutero de los capítulos 26 y 27 del Evangelio de Mateo, y en las poesías del escritor y poeta alemán Christian Friedrich Henrici, libretista de muchas obras de Bach, especialmente de sus cantatas de Leipzig.
- Soprano
- Mezzosoprano
- Contralto/alto
- Contratenor y sopranista
- Tenor
- Barítono
- Bajo
Generalmente, los coros se componen de cuatro cuerdas: sopranos, contraltos, tenores y bajos.
De sus obras más celestiales se denuncian: los seis Conciertos de Brandeburgo, BWV 1046-1051; El clave bien temperado, BWV 846-869/BWV870-893; la Misa en si menor, BWV 232; la Pasión según San Mateo, BWV 244; la Pasión según San Juan, BWV 245; El arte de la fuga, BWV 1080; Ofrenda musical, BWV 1079; las Variaciones Goldberg, BWV 988; la Tocata y fuga en re menor, BWV 565; el Concierto italiano, BWV 971; el Concierto para dos violines, BWV 1043; la Obertura en estilo francés, BWV 831; las Suites para violonchelo solo, BWV 1007-1012; las Sonatas y partitas para violín solo, BWV 1001-1006; los Conciertos para clavecín, BWV 1052-1065; las Suites para orquesta, BWV 1066-1069; Despierta, nos llama la voz, BWV140; Corazón y boca y obras y vida BWV 147...
Los seis conciertos recurrirían a la forma instrumental del concerto grosso italiano, más precisamente al concertino y el ripieno.
Voces: cinco solistas (soprano, alto, tenor y bajo) y coro mixto.
Orquestación: dos flautas, dos oboes d'amore, dos fagotes, una trompa natural, tres trompetas naturales, timbales, violines I y II, violas, y bajo continuo (violonchelos, contrabajos, fagotes, órgano, y clacecín). Se exigiría de un tercer oboe para el Sanctus.
Aclaración: para que una misa sea considerada completa, la forma musical debe incluir las siguientes seis secciones ordinarias. Juntas hacen a una misa.
Recordamos: a la tocata también se la denomina preludio. En los tiempos de Bach, era común la asociación de la tocata o preludio con un movimiento de fuga independiente. Las tocatas de Bach, asimismo, eran obras de varias secciones, a diferencia de sus preludios. No todas sus tocatas irían seguidas de un movimiento de fuga independiente. Aquí otro ejemplo...
La sonata da camera también era de tipo instrumental, pero para entretenimiento de la corte, con un preludio y una sucesión de danzas. Esta sonata mantenía similitudes con la suite barroca y las partitas.
Aclaración: Vivace significa vivaz.
Suites para orquesta, BWV 1066-1069.
Cuatro piezas compuestas entre 1725 y 1739 en Leipzig.
Qué es BWV, y distribución musical
El Catálogo de las obras de Bach, afamado por sus siglas BWV, simbolizaría el sistema de numeración por y para las 1128 obras del dios alemán. Pensado en 1950 por el musicólogo alemán Wolfgang Schmieder, el concepto se sigue empleando. Reemplazaría a BG -Sociedad Bach- y NBG -Nueva Sociedad Bach- de difícil manejo.
Las obras se agruparían en dos divisiones: vocal e instrumental. Asimismo, por título, tonalidad, número y raramente fecha de gestión -en caso de saberse-. Una cifra BWV menor o mayor no se encadenaría a un fecha. En los casos de más de una versión por pieza, se le agregaría la abreviatura a.
El órgano y el clavecín articularían un papel neurálgico para Bach al aglomerar más de 400 obras. Tanto el órgano como el clavecín se beneficiarían del recurso del bajo continuo impostado en cantatas, misas, pasiones y música de cámara. Sus preludios corales para órgano sumarían unas 170 obras aproximadamente.
La música vocal almacenada: 525 obras, 482 de ellas están completas. Se impondrían las sacras. El resto, profanas: 24 cantatas, 4 lieder y 1 quodlibet.
De la música instrumental, 227 serían para órgano, 189 para clavecín, 20 para instrumentos a solo, 16 de cámara, 30 orquestales y 18 especulativas. Un compendio suculento y en el que no se abstendría de experimentar (el laúd-clave por caso).
- 1-200: cantatas religiosas
- 201-224: cantatas profanas
- 225-231: motetes
- 232-242: misas
- 243: el Magnificat -apoyado en el versículo bíblico del Evangelio de Lucas 1:46-55-.
- 244-249: pasiones y oratorios
- 250-438: obras corales
- 439-524: canciones, arias y quodlibet
- 525-771: obras para órgano
- 772-994: obras para clavecín
- 995-10oo: obras para laúd
- 1001-1040: música de cámara
- 1041-1065: conciertos
- 1066-1071: suites para orquesta
- 1072-1078: obras de contrapunto (cánones y otros).
- 1079-1080: Ofrenda musical; Arte de la fuga.
- 1081-1128: obras posteriores a 1950.
Familia
El 17 de octubre de 1707, a cuatro meses de invadir Mühlhausen, se casaría con Maria Barbara Bach, una prima de segundo grado con la que tendría siete hijos. Apenas cuatro escalarían la adultez. Johann Gottfried Bernhard -muerto a los 24 años-, Catharina Dorothea, Wilhelm Friedemann y Carl Philipp Emanuel, estos dos, compositores de calibre en el ornamentado estilo galante que seguiría al Barroco -Wolfgang Amadeus Mozart hablaría muy bien de Carl-. El 7 de julio de 1720, con Bach en una travesía por la ciudad de Karlovy Vary, República Checa, junto al príncipe Leopoldo de Köthen, desaparecía súbitamente Maria Barbara.
En 1721, Bach tropezaría con Anna Magdalena Wilcke, una hábil soprano de la corte de Köthen 16 años más chica que él. La tradición indicaba que un viudo con hijos no se ausentaba del hogar sin presencia femenina. El 3 de diciembre de ese 1721 la desposaría.
La casa de Bach luciría como un taller musical. Sus manuscritos o partituras serían con frecuencia copiados por los estudiantes, hijos, o Anna Magdalena, de caligrafía similar a la de Bach, y organizadora a su vez de veladas musicales con toda la familia durante el tiempo del músico por Leipzig. Con Anna traerían a trece hijos. Solo seis cruzarían la adolescencia. La idea de reencontrarse con los seres queridos en el reino de Dios aliviaría su pena. Gottfried Heinrich -discapacitado-, Johann Christoph Friedrich y Johann Christian, estos encumbrados músicos; Elisabeth Juliana Friederica, Johanna Carolina y Regina Susanna. En resumen, cuatro serían los epígonos inmersos en la disciplina: Wilhelm Friedemann, Carl Philipp Emanuel, Johann Christoph Friedrich y Johann Christian, influencia para Mozart.
Carl Philipp Emanuel y Johann Christian gozarían en vida de más fama que la de Johann Sebastian. De hecho, en su vejez, si la plebe se refería al apellido Bach lo hacía en realidad por Carl Philipp Emanuel y Johann Christian. Tras la muerte de Johann Sebastian, no tardaría el mundo en olvidarlo bruscamente. Pocos recordarían sus sobrenaturales ofrendas. Para ser más exactos, sus descendientes y alumnos. Gracias a ellos no caería en el abandono.
Óbito
Un 28 de julio de 1750 desaparecería Johann Sebastian Bach. Un periódico de esos días informaría: "Las infelices consecuencias de su muy poca exitosa operación fueron la causa de su muerte". Para entender esto último habría que remontarse como mínimo a 1749; año en que la salud del músico se deterioraría, entre otras razones, por una mayúscula degeneración ocular. Hacia 1750 quedaría ciego, por lo que el cirujano británico John Taylor lo operaría en Leipzig en marzo y abril de dicho año. Lastimosamente, sin el éxito esperado. Bach enfermaría de fiebre tras su segunda intervención, falleciendo con 65 años a los tres meses después.
Ciertos historiadores asegurarían que una apoplejía acarreada por una neumonía, respondería en realidad al porqué de su muerte. En la actualidad, también se especula con que una diabetes no tratada podría haber suscitado su ceguera. De acuerdo a un sector de la medicina, la leyenda sufría de blefaritis, una enfermedad ocular.
Se lo enterraría en un ruinoso cementerio de San Juan, en Leipzig. Su tumba se perdería por casi un siglo y medio. En 1894, se hallaría el ataúd y se lo trasladaría a una cripta en la iglesia de San Juan. Por desgracia, un bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial destruiría el edificio. Desde 1950, los restos de Johann Sebastian descansan en una tumba en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig.
Patrimonio
Un inventario elaborado a meses de su muerte desvelaría una riqueza que se resumiría en cinco clavecines, dos laúd-clave, tres violines, tres violas, dos violonchelos, una viola da gamba, un laúd, una espineta, y cincuenta y dos libros sagrados -de cabecera el de Martín Lutero-.
Bach en la cultura universal
Arderán centurias, que cada vez que se atienda a lo más preciado de este arte insoslayablemente se citará a Johann Sebastian Bach. Como el mejor hijo de Cristo, como todo un apéndice de Dios, una deidad posicionada más allá de cualquier facultad humana y a niveles que todavía hoy enamoran.
En 1844 se daría la primera comprensión moderna del Oratorio de Navidad, BWV 248. En 1911, se desempolvaría una cantata inédita: Mi corazón nada en sangre, BWV 199. En 1924, una fragmento de cantata: Reconoceré su nombre, BWV 200. En 1985 se localizarían en Halle, Alemania, los corales BWV 1090-1120. En 2005, un aria vocal en forma estrófica para soprano, orquesta de cuerdas y bajo continuo: Todo con Dios y nada sin él, BWV 1127.
Hacia la clausura del siglo XVIII y la apertura del XIX, sería holgadamente reconocido por sus obras para teclado. Franz Joseph Haydn, Wolfgang Amadeus Mozart, Ludwig van Beethoven, Felix Mendelssohn, Frédéric Chopin, Robert Schumann, etc. se consilidarían entre los músicos que más lo amarían. Por Bach, se filtrarían en el submundo del contrapunto... Mozart al escuchar durante un tour por Leipzig el motete Canta al señor una nueva canción, BWV 225, solicitaría examinar cuanto allí había del compositor. Resultando de ello exclamaría: "Al fin algo de lo que se puede aprender". Beethoven lo definiría como "padre original de la armonía".
Su reputación con la gente mejoraría por la biografía que realizaría en 1802 el músico y teórico alemán Johann Nikolaus Forkel. Felix Mendelssohn contribuiría aún más al ensayar la Pasión según San Mateo, BWV 244, el 11 de marzo de 1829 en Berlín. No se alistaría como un episodio más siendo que no era rutina tocar música antigua en el Romanticismo.
En 1850 se establecería la Sociedad Bach, una sociedad con el objetivo expreso de compartir su música. En 1899 lanzaría la primera edición entera de los trabajos de Bach, con escasa intervención editorial. En 1900, a la Sociedad Bach se la relevaría por la Nueva Sociedad Bach. Hacia 1950, a Nueva Sociedad Bach por Bach-Werke-Verzeichnis (Catálogo de las obras de Bach, BWV).
En el siglo XX, el proceso de reconocimiento se avivaría con la reproducción de las Suites para violonchelo solo, BWV 1007-1012, por parte del violonchelista español Pau Casals. Otra novedad, el movimiento "interpretación historicista". Persigue los estándares musicales a los que Bach apelaba en sus días: Teclado con un clave, pequeños coros o voces solistas, y grabaciones en instrumentos del Barroco para la música integral de órgano.
En 1954, Bärenreiter, editorial alemana de música clásica, publicaría la Nueva edición de Bach (NBE), una segunda edicion completa, histórica y crítica a su vez, de las obras de este músico.
El asteroide (1814) Bach, descubierto en octubre de 1931 por el astrónomo alemán Karl Wilhelm Reinmuth, recibiría dicho nombre en su honor. En la Antártida se halla la barrera de hielo Bach, una plataforma de hielo que adoptaría su nombre por él.
Un sinnúmero de cantautores y bandas de todo tipo de género lo venerarían y usarían como espejo a lo largo del siglo XX, además del citado Pau Casals. Netherlands Bach Society, el conjunto de música barroca más antiguo de los Países Bajos, fundado en 1921. Otros músicos: Astor Piazzolla, admirador de las leyes del contrapunto. Brian Wilson, de The Beach Boys, lanzaría en 1966 el álbum Pet Sounds, un pop barroco con reminiscencia en los corales de Bach. El grupo británico Procol Harum, su canción A Whiter Shade Of Pale. El rapero Jay-Z, el tema The Prelude, entre tantísimos otros.
Se haría uso de su imagen en múltiples formatos artísticos y por varios países. Pósteres, caricaturas, sellos postales, documentos filatélicos y numismáticos, monedas, medallas, o medallones alusivos, son solo algunos de los varios ejemplos de ello. No se privarían de comercializar su figura desde artículos de merchandising hasta ciertos productos comestibles. A saber: relojes, objetos para fumar -pipas, vitolas de puro o cajetillas de tabaco-, tazas, jarras, muñecos de juguete, chocolates, caramelos...
Asimismo, en Alemania se mencionarían calles en su honor. Se erigirían estatuas y placas tanto en su nación como en Finlandia, Bélgica, Canadá, China, Francia, Holanda, Irlanda, Reino Unido, España y Estados Unidos. No conforme con ello, se confeccionarían bustos y estatuillas con su efigie y se mostraría en las vidrieras de varias iglesias.
Se enlazaría a su música por triplicado y más que cualquier otro compositor, en el Disco de Oro de las Voyager, una grabación fotográfica contenedora de imágenes, sonidos, lenguajes y música de la Tierra, el cual acompañaría a las sondas espaciales estadounidenses Voyager, lanzadas en 1977, en su recorrido por el espacio exterior.
El Calendario de Santos Luterano, un listado en el que se detallan las ritos y acontecimientos anuales de la congregación luterana, lo dignifica periódicamente.
Para el aniversario 250 de su muerte, los sellos discográficos Brilliant, Hänssler y Teldec publicarían ediciones conmemorativas de toda la música del compositor en 155, 172 y 160 CDs respectivamente. Innumerables actos con miras al análisis y propagación de Bach y sus obras se desatarían en 2000, especialmente en su patria.
A la Misa en si menor, BWV 232, se la clasificaría en 2015 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A lo largo de los años, más de 1500 películas adoptarían para algún pasaje la música de Bach. Por otro lado, se exhibiría su biografía en cines, teatros y televisión. Algunos ejemplos: Crónicas de Anna Magdalena Bach, de Jean Marie Straub y Danièle Huillet (1968); El inútil viaje de Johann Sebastian Bach a la fama, de Victor Vicas (1980); Johann Sebastian Bach, de Lothar Bellag (1983); Un monumento a Johann Sebastian Bach, de Peter Milinski (1984); Mi nombre es Bach, de Dominique de Rivaz (2003); El silencio antes de Bach, de Pere Portabella (2007); etc.