Muhammad Ali

Reza Apocalipsis de San Juan, el sagrado último libro del Nuevo Testamento y la Biblia cristiana, en su capítulo 3 versículo 19, que Jesucristo  le  enviaría  el  siguiente  mensaje  a una  de siete iglesias  en  la  ciudad de Laodicea -Imperio seléucida-: "Yo reprendo y castigo a todos los que amo; se pues celoso y arrepiéntete. A los que salgan vencedores, les daré un lugar conmigo en el trono, así como yo he  vencido  y  me  he  sentado  con  mi  Padre  en su trono". En la escritura se detallaría, que Jesucristo exhortaría a este templo a renunciar al estado de tibieza y  ambigüedad  con  el  que se administraba. De allí que se persiguiera la idea  de  una  fe fervorosa  y  ardiente  por  Dios...
Pasarían centurias pero el Señor seguiría llamando a la humanidad al arrepentimiento. A confrontar con su apatía e indiferencia, ya sea consigo mismo como con el prójimo. Ciertas corrientes se ciñen a la necesidad de ver para creer. De testimoniar el sano vivir de un individuo para valorar su fe como fuerte, poderosa, deseable y adaptable,
independientemente de cuál  sea.  Naturalmente,  dentro  de  ese  sano vivir,  esa  penitencia  indicada  juega  un rol central. Necesitamos de un sincero arrepentimiento como canal hacia la paz y el bienestar, interna y entre pares. Sin embargo, poco se ha aprendido. O por lo menos, no lo suficiente.  El  apóstol  Juan  sería  el  elegido para  inmortalizar,  a  finales  del  siglo  I y principios del II, las profecías magnánimas de Jesús.
Se transitaba la segunda hecatombe que amenazaría la faz de la Tierra (Guerra Mundial) cuando despertaría él.  Un  devoto de la fe.  Un creyente.  En  sus  acciones,  si  bien  no  siempre a la altura de su nueva filosofía abrazada, la indubitable convicción del acompañamiento y la  guía  de  Dios.  De  su  Dios. 
¿Qué seríamos si nos despojáramos de ese régimen  o programa de  vida  que  por costumbres, mandato o cultura, modelamos desde la pubertad? Una opción, la reconversión,  la  autenticidad,  lo real, lo más puro e íntimo de cada uno de nosotros... 
Este  hombre  volcaría  su  vida  a  la práctica del boxeo, y construiría una historia desenvainando en el cuadrilátero aquella doctrina de vida que alguna vez habría de mamar  fuera  de  él.  Al  son  de  la  sinceridad  y la lealtad, se mostraría como un prepotente, apasionado, convencido y bendecido guerrero confinado a una misión. Una para la que desde ya no bailaría  solo.  Lo  haría con su legítimo Dios al lado... En ese proceso podría ceder en alguna batalla, pero sería meramente  accidental  y  sin  secuelas.  Porque a  decir  verdad,  nada  ni  nadie  lo  voltearía  de esa misión. Consagratoria evidentemente. Autoconvocarse para representar los intereses de Alá... De sus rabiosas manos, de sus rabiosos puños, se saciaría esa sed de pena y castigo para  con  el tibio e  infiel;  ese  tibio  e  infiel  que  una  vez  el propio Jesús se permitiría rechazar. De esta manera, Muhammad Ali se hundiría como el más grande en las sagradas escrituras del boxeo. Emulando al apóstol Juan y al cristianismo,  este  musulmán  descansa  así  en el  trono  de  su  Dios.


Cassius Marcellus Clay Junior nacería un 17 de Enero de 1942 en  la ciudad de Louisville, estado de Kentucky, Estados Unidos. Hijo de Cassius Marcellus Clay, un pintor de letreros, y Odessa Grady, una servil empleada doméstica, y hermano mayor de Rudolph Valentino Clay. De pequeño sufriría el maltrato del padre producto de  la  adicción  al  alcohol. 
El acercamiento a la disciplina se debería a una secuencia azarosa a sus 12 años. Una tarde, un ratero le robaría su bicicleta. Con lágrimas en sus ojos, correría a denunciar tal hecho ante un policía localizado en el gimnasio Columbia de Louisville que a su vez coordinaba. Al escuchar como un enfurecido Cassius amenazaba con golpear al culpable, el policía le recomendaría aprender a boxear para así enfrascarse en cualquier pelea. Este hombre era Joe Martin, su futuro instructor por seis años, colaborando incluso en los Juegos Olímpicos de Roma...

Amateurismo

Para  mediados  de  los  años  50,  y  sin desestimar a Martin, alternaría los ensayos con entrenadores más avezados: Fred Stoner, de quien lo asimilaría todo, y Vasil "Chuck" Bodak, su coach en las olimpíadas de 1960. En ese período, ya presumiría de sus dotes al retar a muchachos mayores. No tardarían en lloverle satisfacciones. En 1956, se apoderaría del Golden Gloves Championship en la versión semipesados. El  27  de  octubre  de  1957,  a  posteriori  de  un nocaut técnico, aparecería en un diario. En 1959, se adjudicaría el campeonato interciudades de Chicago y Nueva York; a las semanas, el nacional de la Unión Atlética Amateur.
En  el  círculo  del  boxeador,  mientras  tanto, ya  se  estudiaba  el  porqué  de  tal  violento boom. Las conclusiones: esa  inusual  velocidad para anticiparse a los movimientos y ataques del oponente, devenida por el esmero vertido en cada  entrenamiento.



Cassius Clay: "Durante mi etapa ameteur, los boxeadores más experimentados pensaban que era un blanco fácil, pero yo me concentraba en la defensa y en la sincronía de mis movimientos".

En 1960, Clay competiría en los Juegos Olímpicos de Roma, categoría de 75-81 kg, al clasificarse luego de vencer por nocaut a Allen Hudson, un semipesado dueño de los Juegos Panamericanos de 1959. Según la revista Sports Illustrated, el estadounidense era el gran candidato...

Originalmente, Cassius perdería por las eliminatorias a estos juegos en la categoría de los pesos pesados. La suerte la hallaría al probar en los semipesados...
 
En octavos de final derrotaría en el segundo asalto y por nocaut técnico al belga Yvon Beacus. En cuartos de final, por decisión unánime al soviético Gennadiy Shatkov, ganador de la medalla de oro de los semipesados en los Juegos Olímpicos de Melbourne 1956. En semifinales, y por igual resultado, al australiano Tony Madigan. Con un estilo antagónico al tradicional, así Cassius arribaría a la final...
Por la presea dorada se encontraría con el polaco Zbigniew Pietrzykowski, bronce en Melbourne 1956. Con esa distintiva y virtuosa movilidad para manejarse en el cuadrilátero, más una serie de certeros golpes esgrimidos a partir del tercer asalto, Clay cortaría el rostro del europeo, quien acabaría casi noqueado tras un derechazo. Por decisión de los jueces Clay era medalla de oro. La prensa comenzaba a ver en este pugilista con una gran confianza en sí mismo  y  un  confuso  bailoteo de  piernas,  un porvenir glorioso. La leyenda clausuraba su etapa  amateur.

Profesionalismo

El 29 de octubre de 1960, Cassius haría el debut en la categoría de los pesos pesados. Por unanimidad se desharía de Tunney Hunsaker. Se acreditaría 10 mil dólares.

Tunney Hunsaker era un policía diez años mayor que Cassius y con treinta peleas en su haber...
En diciembre de 1960, Clay se mudaría a Miami para ponerse a las órdenes de Angelo Dundee -el vínculo se prolongaría por más de dos decenios-. El 10 de febrero de 1962, lucharía en el Madison Square Garden de Nueva York con Sonny Banks. Por primera vez en el profesionalismo, alguien se animaba a tirarlo a la lona. A pesar de ello, desnudaría su capacidad para responder en la adversidad. En el cuarto asalto, el referí le concedería la victoria por nocaut técnico. Impresionaría a Angelo  Dundee. 

En 1967, en una entrevista Dundee aseveraría nunca haber visto esa facultad de recuperación. Con una imbatibilidsd de dieciocho combates, el talento del ex olímpico ya se percibía en el planeta entero. El estilo exhibido, empero, contaba de poca ortodoxia para los especialistas. Brazos extendidos, retrocesos continuos para esquivar golpes, gran agilidad de pies y manos, e impacto con mucho vigor. Se inferían un tanto inusuales esas características en un peso pesado. 
El 18 de junio de 1963, se presentaría en el extranjero. El evento, en el Wembley Stadium, Inglaterra. El contrincante: el local Henry Cooper. En el quinta round Clay agrietaría la ceja del inglés, la cual brotaría de sangre sin parar. La batalla concluiría con triunfo por nocaut técnico para el afroamericano. El New York Times advertiría: "En dos minutos y quince segundos, el estadounidense estuvo cerca de arrancarle la cabeza al británico". 
Angelo Dundee creía que los luchadores no debían hacer nada antinatural, con lo cual el levantamiento de pesas estaría fuera.

Dundee tomaría a Clay tal y como era, es decir, sin alterar o intentar alterar nada de su forma de ser. En cuanto al entrenamiento en sí, al margen de las sentadillas, flexiones, salto a la cuerda, y abdominales, habrían todos los viejos recursos: trabajo pesado en bolsa, trabajo a velocidad, trabajo de sombra, y por supuesto combate...


Para muchos periodistas de esos días, era cruel permitir que en el Convention Hall de Miami Beach, Florida, "un jovencito simpático se enfrentara a un ex convicto"

Sonny Liston

El  amanecer  ofrecería  a  un  Clay  muy  ágil. En el tercer round rasgaría el ojo derecho de Liston. Atendida una irritación ocular derivada de  un  peculiar  incidente,  Cassius  sometería al vigente campeón y ex convicto. Finiquitado el sexto round, por deserción, se lo proclamaría ganador.  Los  amantes  contemplarían  el  25 de febrero de  1964,  a un  nuevo  rey  lineal e indiscutido de los  pesos  pesados.  Bailotearía en el cuadrilátero, se dirigiría a las cuerdas, y le gritaría al público y los periodistas: "Tráguense sus palabras. Soy el mejor. Sacudí al mundo".
Las noticias no cesarían allí. Por el contrario. A las 24 horas, el monarca comunicaría su cambio de nombre. Preliminarmente  al  de  Cassius X;  a  las  horas, al  de  Muhammad  Ali.  Conferido por el líder de la Nación del Islam, Elijah Muhammad, "El amado de Dios" -la traducción de Muhammad Ali- dejaba así la esclavitud conforme  a  sus  palabras.


En aquella etapa, Ali se educaba sobre el islamismo a los fines de entender el porqué de su elección. Un día, descubriría la caricatura de un periódico que captaría su atención. Allí se enseñaba a un hombre blanco golpeando a un esclavo negro, y se recalcaba en que este debía rezarle a Jesús. La moraleja apuntaba a que el cristianismo con su clase blanca forzaba a los esclavos. En cierta ocasión, el estadounidense escribiría: "Me gustó esa caricatura. Tenía todo el sentido. Ya no era cristiano. Me había bautizado a los 12 años, pero no sabía lo que estaba haciendo. Era libre de ser lo que quisiera". 

Por aquellos días, Ali descargaba antes los medios de prensa todo su rechazo al cristianismo y la integración racial. Floyd Patterson era un cristiano ex campeón mundial de los pesos pesados, que ofendería a Ali al instarlo a que "devolviera el título mundial a los Estados Unidos".

Floyd Patterson 

El 22 de noviembre de 1965, se mediría con Floyd  Patterson  en  el  Convention  Center  de Las Vegas.  En  el  décimo  segundo asalto  y  por nocaut técnico se resolvería la cuestión. Infelizmente, la noche se empañaría por otro controvertido comportamiento en el cuadrilátero. Ali le vociferaría un improperio a un Patterson reacio a denominarlo Muhammadd Ali -"¿cuál es mi nombre tonto?"-. Recibiría  la  reprobación  de la  afición.


Ernie Terrell

El 6 de febrero de 1967, se debatiría con Ernie Terrell por la reunificación del título mundial, habida cuenta  de  que Terrel preservaba el de la AMB -Asociación Mundial de Boxeo-. Ali  magullaría sin piedad a Terrell con lacerantes puñetazos, además de arrastrarlo contra las cuerdas en el round final. Nuevamente vapuleaba  lo  que  se  le  colocaba  enfrente. En un veredicto unánime, se transformaría por segunda vez en patrón indiscutido de los pesos pesados.

A la leyenda se la notaría ofuscada y verborrágica por la reiterada suerte de menosprecio a su identidad. Como Patterson, Terrel tampoco aceptaría el nombre del musulmán.


Zora Folley

El 22 de marzo de ese 1967, el Madison Square Garden no regalaría una aventura boxística más. Aunque Ali se granjearía el certamen ante el experimentado Zora Folley por nocaut en el séptimo round, su negativa a incorporarse a las Fuerzas Armadas estadounidenses, en guerra con Vietnam,  le  costaría  muy  caro. Se le revocaría la licencia para boxear y le expropiarían las cosechas de la AMB y NYSAC -Comisión Atlética de  Nueva  York-. Para junio, lo enjuiciarían, lo multarían  con  10  mil  dólares,  le confiscarían el pasaporte, lo declararían culpable, y lo sentenciarían a un cinco años de cárcel con opción a solicitar la libertad bajo fianza. No volvería a la labor por tres años y medio. Ostentaba 29 victorias, 22 de ellas por nocaut. Ningún  traspié. 


Se abocaría a brindar conferencias en escuelas compartiendo creencias personales, el orgullo de su raza, la política conservadora de la Nación del Islam, y en especial su aversión a la guerra de Vietnam. Si bien se lo remuneraría por estas tareas, el afroamericano perdería unos 4 millones de dólares por las peleas que no disputaría.

Retorno...

En 1970, comisiones estatales autorizarían la reaparición de Ali. Una de ellas, la de Georgia. Gracias a ello, pelearía con Jerry Quarry un 26 de octubre en Atlanta. Para no desentonar, lo superaría en el tercer round por nocaut técnico. ¿Sus aptitudes?, intactas. 

Para su retorno, sería neurálgica la ayuda del senador Leroy Johnson del estado de Georgia, el único de los estados en el país que no tenía una comisión de boxeo

Oscar Ringo Bonavena

El  7 de diciembre, se toparía en el Madison Square  Garden  con  Oscar  Natalio  Bonavena por la corona de la NABF -Federación Norteamericana de Boxeo-. Nocaut técnico para el moreno, que  derribaría al  argentino  por triplicado en el  décimo  quinto  capítulo.  Nada lo  detenía...


Con un grado de concurrencia mayúsculo, no faltarían figuras del espectáculo: Frank Sinatra, Woody Allen, Burt Lancaster...
Frazier era un boxeador pequeño pero muy duro. Alguien que agobiaba a sus oponentes con el cuerpo a cuerpo y sus lesivos golpes; el gancho de izquierda uno de ellos... Ali era por definición un luchador externo. Eso significaba que aupado por su velocidad se mantenía fuera del alcance del rival excepto por aquellos instantes en los que se agachaba y golpeaba. Luego sí, volvía a salirse de esa sensible zona de riesgo. Asimismo, con los años Ali había estado puliendo la técnica del contraataque; esto es aguardar a que el contrincante envíe un golpe o una combinación de golpes, y contraatacar con rapidez tratando de aprovechar la guardia abierta de ese contrincante.

Joe Frazier I

El 8 de marzo de 1971,  en el Madison Square Garden se suscitaría la contienda de los dos titanes del momento. La pelea del siglo para el periodismo. El invicto encarnaba el amor a Alá y el   abono  a  las  estructuras  antibélicas  de  los años 60. Tácticamente,  conservaba  la  ligereza, se paraba a distancia en el cuadrilátero, y buscaba la conexión certera en contextos oportunos.  Por el otro lado, Frazier, era un tipo discreto  y  un  claro defensor del  establishment y el liberalismo. Se fiaba del estilo cuerpo a cuerpo y de la contundencia de sus lanzamientos. Dos  modelos  muy  opuestos. En la  vida  y  en el  boxeo.  Para extrañeza de unos cuantos, Ali no disfrutaba del favoritismo en las apuestas. 
Dominador de las tres rounds iniciales, Ali  tragaría  a  partir  del  cuarto  toda  la  ira contenida de Joe Frazier. Con dañinos latigazos de izquierda al torso y la cara, lo haría sucumbir en varios pasajes. En el décimo quinto asalto, lo mandaría al suelo. Sobrevenido el cierre de la pelea, los jueces no dudarían: Frazier era el vencedor.

Muhhamad Ali: "La próxima vez pelearé distinto... Cuando alcanzas el éxito como yo lo hice, te embriagas con la fama. Crees que correr tres millas al día es suficiente. Eso es todo lo que entrené para esta pelea. No descansé lo suficiente, no entrené tan duro como solía hacerlo. La próxima vez correré más y mis piernas estarán a punto. Será distinto".
Al margen de lo deportivo, Ali y Frazier marcarían un récord lucrativo: 2,5 millones de dólares para cada uno. Asimismo, se deduciría que en torno a las trescientas millones de personas observarían la pelea por televisión.

No todo se reduciría a desazón para Muhammad Ali. El 28 de junio de ese 1971, la Corte Suprema de los Estados Unidos anularía el cargo de evasión por recluatamiento por un vacío del Departamento de Justicia que no especificaría la razón por la que se lo había privado de la objeción de conciencia. Prescribía oficialmente la condena.

Ken Norton I

En marzo de 1973, Muhammad Ali pelearía contra Ken Norton, un ex marine, en San Diego, California,  por  la  sexta  defensa de  su título de la NABF. Desde el segundo asalto, la leyenda combatiría  con la mandíbula fracturada. A raíz de ello, su entrenador Angelo Dundee intentaría parar el encuentro. Muhammad Ali, no obstante, motorizado por esa congénita capacidad perseverante, se las ingeniería para no claudicar. En una decisión dividida, los jueces darían como ganador a Ken Norton. Para Ali era su  segunda  derrota.

Tras su caída, habría quienes opinarían que la carrera de Ali estaba terminada. Nada más lejos de la realidad.

Ken Norton II

En septiembre de ese 1973 Ali tendría la revancha ante Norton, en este caso en el estadio el Forum de Inglewood, California. A contramano de la anterior vez, el representante de Alá controlaría, aunque por un estrecho margen, los primeros cinco asaltos. Para el sexto  round,  el  cansancio  entraría  a  minar  su andar. En el séptimo y octavo, Norton lo castigaría con varios jabs y ataques combinados de izquierda y de derecha. Recién hacia el final de la pelea Ali frenaría tal adversidad, tejiendo una delgada ventaja sobre su rival. Como era de esperarse, el veredicto de los jueces sería nuevamente repartido. Aun así esta vez se inclinarían por Ali, quien de esta manera recuperaría el cetro de la NABF.
Uno de los jueces admitiría que el último asalto había allanado el resultado

Ali y Frazier protagonizarían un atípico episodio en los estudios de la cadena ABC de Nueva York, antesala a un nuevo combate. La leyenda empezaría a mofarse de Frazier, además de llamarlo ignorante, por la cantidad de tiempo que este se había guardado en el hospital tras el último enfrentamiento (casi tres semanas en tratamiento).  Exacerbado, Frazier se le iría al humo a Ali frente a las cámaras de televisión. Ambos terminarían en el piso sujetados el uno al otro.

Joe Frazier II

El 28 de enero de 1974, en el Madison Square Garden se entregaría otra saga de Ali-Frazier. Las circunstancias se anunciaban a todas luces  disímiles.  Frazier  había  sido  demolido por George Foreman doce meses antes. Ali, hambriento de revancha y óptimo físicamente,  proyectaba sacárselo de encima para ocuparse del tifón de la época: George Foreman. 
En los dos primeros rounds Ali asediaría a Frazier al punto de casi noquearlo. Frazier, por su parte, resucitaría recién en la séptima y octava ronda. Consumados los doce rounds, se fallaría de manera unánime por el mensajero de  Alá.  Retendría  el  lauro  de  la  NABF. 


Los expertos aseguraban que nadie soportaría los ataques de Foreman, considerado el más eximio fajador de todos los tiempos y despachante de sus presas en minutos. Ali no gozaba de una crítica bondadosa puesto que sus habilidades estaban supuestamente erosionadas.

George Foreman

En las tierras africanas de Zaire, el 30 de octubre  de  1974  se  llevaría  a  cabo  el  duelo  Ali-Foreman. Con el abrigo del público -alrededor de 60 mil espectadores-, recurriría a raudas combinaciones y potentes jabs ni bien sonada la campana. A partir del segundo asalto,  Ali  se  ubicaría  pegado  a  las  cuerdas para proteger su cabeza de los vehementes golpes de Foreman; estrategia a la que acudiría con suma resistencia para agotar así a su adversario durante buena parte de la pelea. Finalmente, en el  octavo  asalto  Ali  atacaría  y tiraría a la lona a su par, desgastado y atónito, con un jab de izquierda y una derecha recta, logrando con ello  dos  hitos.  Ser  el  segundo en la historia dos veces campeón lineal de peso pesado (1964, 1967) -el anterior Floyd Patterson en 1960-Y el primero en tres ocasiones de los indiscutidos pesos pesados (1964, 1967, 1974). El noqueado Foreman perdía sus cetros e invicto de  40  peleas, 38 por nocaut.

En septiembre de 1978, Ali se haría con el campeonato lineal por triplicado al vencer al desidioso y nigligente de Leon Spinks, en estado de embriaguez tres días antes de la pelea. Curiosamente, Spinks lo había vencido por puntos en febrero de ese año...

Los ataques al cuerpo de Foreman a Ali serían brutales. Sin embargo, en ocasiones el mensajero de Alá lo agarraría de la nuca para susurrarle que no sufría ningún daño, entre otras cosas... Por su parte, los jabs de Ali no se quedarían atrás: reunían mucha potencia por su rapidez con que eran ejecutados, además de girar su puño al momento del impacto para darle con ello un efecto más pernicioso.

Joe Frazier III

Programada para el 1 de octubre de 1975 en Filipinas, esta pelea personificaría la prueba más salvaje y recordada a lo largo de su trayectoria. De hecho, aún hoy resuenan los comentarios. Bajo un calor agobiante, en la génesis, el oriundo de Kentucky se expondría más desenvuelto y ávido de lastimar. Para el quinto round, las cosas virarían. Frazier lo hostigaría a los costados, y para el sexto asalto, con sendos ganchos de izquierda agravaría la situación de Ali. El trámite se conducípor una paridad muy marcada. En el décimo round Ali lo embestiría con jabs de derecha, expulsando los residuos de una fuerza que parecía cuasi absurda disponer. Con un Frazier ciertamente desfigurado, su actitud  empezaría  a  mermar.  En  el  décimo tercer  round,  Ali  le  propinaría  un  trompazo por  el  cual  le desprendería el protector bucal -se lo  remetiría  a  las  gradas-.  Expirado el décimo cuarto asalto, y con un Frazier casi ciego, su segundo Eddie Futch decidiría que no saliera para el décimo quinto round, más allá de la renuencia de su pupilo. Al respecto, Futch le espetaría: "Siéntate, esto se terminó. Nadie olvidará lo que hiciste". Ali, que apenas se sostenía, afirmaría: "Joe Frazier sacó lo mejor de mí. Esto fue lo más cercano a morir. Les garantizo que es un demonio. Es el mejor boxeador del mundo después de mí. Que Dios lo bendiga".


Intento de retiro

El 26 de junio de 1979, en Los Ángeles, Muhammad Ali informaría su jubilación. "Estoy exhausto. No tengo nada más que probar. Creo que lo mejor es retirarme. Soy el más grande. Esto dice mucho para los afroamericanos y la historia".
Para marzo de 1980, corregiría su opinión. El promotor  Don  King  le  planificaría  un  choque en  Las  Vegas  con  el  paladín  de  la  CMB, Larry Holmes. Por dicha participación, a Ali se lo retribuiría con 8 millones de dólares.
Aun cuando luciera desafiante, se confirmaría su falta de ritmo y flaqueza ofensiva; factores que lo empujarían a no  aguantar  la  voracidad  de Holmes. Para el décimo asalto, en virtud de los azotes cobrados, Dundee arrojaría la toalla. 


El adiós 

Con la derrota por puntos versus Trevor Berbick en diciembre de 1981Muhammad Ali, de 40 años, pronunciaría su adiós indeclinable del boxeo. A las pocas semanas de cumplir años, confesaría: "Estaba fuera de ritmo, los reflejos desaparecieron... Ahora puedo decir que tengo 40 años". Al día siguiente, notificaría su aspiración de erigirse en un predicador del islamismo.  


Números que hablan...

Emás grande y prestigioso boxeador que vio la humanidad, estamparía así su rúbrica en las sagradas escrituras de este deporte: cuatro cetros mundiales de peso pesado con la Asociación  Mundial de Boxeo (1964, 1967, 1974, 1978). Único boxeador en conquistar en tres oportunidades el campeonato lineal (1964, 1974 y 1978), e indiscutido (1964, 1967 y 1974). Otros números: 56 victorias, 37 de ellas por nocaut, y 19 por decisión de los jueces. ¿Tropiezos? Cinco, solo uno por abandono. Patrimonio: alrededor de  50  millones  de  dólares.


Religión y política 

Para aproximarse hacia 1959 al universo del islam, (se convertiría en 1961), resultaría sustancial la amistad con Malcolm X -asesinado en febrero de 1965-, quien si bien permanecía suspendido de la Nación del Islam por posiciones inapropiadas sobre el magnicidio del presidente John F. Kennedy, atraería al credo al carismático e inquieto atleta luego de apoyarlo en la pelea con Sonny Liston, allá por febrero de 1964. Este hecho determinaría el destino inmediato en materia religiosa y social de la estrella norteamericana, incluso a sabiendas del disconformismo prematuro de Elijah Muhammad -el supremo de la organización del islam-, quien trataría de impedir que Malcolm X se asociara con el deportista, pues si Liston eventualmente lo tumbaba podría afectar a la comunidad musulmana... 

La conversión al islamismo y cierta indolencia para con su patria, también le generarían álgidos reveses a la leyenda. En esencia, de los estamentos cristianos e integracionistas comandados aquí por activistas de la talla de Martin Luther King. Se compraría así la hostilidad de liberales blancos y afroamericanos. 

Durante los años 60 y 70 recogería un cálido respaldo de la población predominantemente islámica, asentada mayoritariamente en los países del tercer mundo. El orgullo alimentado por su condición de afroamericano, el auxilio a los derechos civiles, obras caritativas (avaladas por la organización del islan), discursos de tipo políticos y raciales, y la inquebrantable fe en él y su Dios, Alá, lo uniría con un importante sector del ala excluida y desvalida -más adelante cosmopolita-, consolidando así un sólido y perdurable  lazo.   
De acuerdo a Malcolm X, una buena actuación de Ali demostraría la primacía del islam en el mundo y particularmente sobre el cristianismo, pues la pelea era una especie de cruzada entre musulmanes y cristianos, y que Sonny Liston se asemejaba a un delegado cabal de los infieles. Tras su segundo combate con Liston,  pese  a  que  la  alianza  Ali-Malcolm X yacía marchita por instrucciones de Elijah Muhammad, optaría por supeditarse a la voluntad de una organización que ahora también le manejaría la carrera: Herbert Muhammad se tornaría su mánager. Paralelamente, se crearía Main Bout Inc, una compañía que lo promocionaría. Ali jamás soslayaría puntualizar lo vital y clarividente que significaría Malcolm X para  sí...

"¿Se deshizo Elijah Muhammad del campeón Ali?"
En 1969, la afinidad entre Muhammad Ali y Elijah Muhammad se degeneraría. Rigiendo su suspensión, el deportista expresaría en una entrevista con el periodista Howard Cosell que regresaría al cuadrilátero simplemente "para hacer dinero". Elijah lo suspendería de la Nación al alegar que Ali había puesto su esperanza y confianza en "el enemigo de Alá, para su propia supervivencia".
Más tarde, Ali se descartaría del barro de la polémica con otros grupos sociales y étnicos para explorar el sufismo -misticismo islámico-, y tomaría una actitud más espiritual y  encauzada al altruismo...

Activismo

La imagen de Ali con el gobierno y una sección de nacionalistas tomaría un giro radical en 1966, plena guerra de Vietnam. Una resolución de las Fuerzas Armadas lo calificaría apto para el servicio militar. No obstante, Ali se negaría al reclutamiento amparándose en la objeción de conciencia y su adhesión a los preceptos del islam. Sobre la guerra y Vietnam manifestaría: "Pregunten todo lo quieran de la guerra de Vietnam, siempre tendré esta canción: No tengo problemas con los Viet Cong porque ningún Viet Cong me ha llamado negro".
En el ocaso de la carrera, sus posturas políticas se ordenarían en el matiz de la ambivalencia. Alentaría al democráta Jimmy Carter en su campaña presidencial; años después al republicano Ronald Reagan. Visitaría al recién excarcelado Nelson Mandela en Sudáfrica, pero aprobaría la concreción de espectáculos boxísticos en países regidos por dictaduras (Ferdinand Marcos en Filipinas y Mobutu Sese Seko en la República Democrática del Congo).
Realizaría con ahínco operaciones humani-tarias  y  benéficas  por  múltiples  causas, dentro y fuera de  Estados Unidos. En 1985, intervendría infructuosamente en la liberación de unos rehenes en el Líbano. En 1990, con éxito ante un cuadro semejante en Iraq. En 1998, se lo designaría mensajero de la paz por parte de las Naciones Unidas, la cual vería en el ex púgil a "un importante agente humanitario en el mundo  en  desarrollo". 
EMuhammad Ali Center, madrina de los valores cívicos, y el Muhammad Ali Parkinson Center, sumido en dicha afección, son instituciones   promovidas   por   la   leyenda.


Seno privado

En 1964, contraería matrimonio con Sonji Roi. Se divorciarían en enero de 1966 por no aceptar esta la ley islámica. El 17 de agosto de 1967, desposaría a Khalilah Boyd de 17 años. Traerían cuatro hijos. Maryum, las gemelas Jamilia y Rasheeda, y Cassius Marcellus Clay III. Se separarían en 1976. El 1 de julio de ese año, se ligaría con Veronica Porsche. Concebirían dos hijas: Hana y Laila. La sociedad de disolvería en 1986. Por  último,  en  ese  1986  Ali se juntaría con Yolanda Williams, conocida de la infancia. Adoptarían un niño, Assad.  Otras dos pequeñas -Miya y Khaliah- extra maritales, hacen a la familia.


Enfermedad 

En septiembre de 1984, se le diagnosticaría mal de Parkinson. Del análisis de los médicos primaría  la  teoría  que  sindicaba  a  los golpes acumulados, los responsables de tal padecimiento. Las primeras señales se hallarían en 1980. Sus reflejos denotarían una patente  fragilidad,  y su dicción una desmedida lentitud. En 1977, el doctor Ferdie Pacheco le sugeriríprescindir del boxeo...


Muerte

E3 de junio de 2016, a la edad de 74, Ali fallecería en un hospital de Phoenix; internado un día antes por dificultades respiratorias. El 9 de junio, se celebraría una ceremonia islámica. El 10, se trasladarían las exequias desde Louisville al cementerio de Cave Hill. A  los  restos  se  los  cremaría. 


Más reconocimientos 

Algunos de los incalculables y suplementarios premios hilvanados son: ingreso al Salón de la Fama del Olimpismo de los Estados Unidos -1983- y al Salón Internacional de la Fama del Boxeo -1990-. Encendería la antorcha olímpica de los Juegos Olímpicos Atlanta 1996. El Arthur Ashe por su altruismo -1997-. El Martin Luther King -1970-. En 2001, el director estadounidense Michael Mann dirigiría Ali, la película biográfica de esta leyenda. La Medalla Presidencial de la Libertad -2005-. Apodado Rey del Boxeo por el Consejo Mundial del Boxeo -2012-. Deportista del siglo XX para la BBC -British Broadcasting Corporationy Sports Illustrated. Uno de los veinte personajes más influyentes de los Estados Unidos para la revista Time. Seis veces el "boxeador del año" para la revista The Ring. En 2003 saldría su libro autobiográfico: El alma de una mariposa.